Sólo muere
en sus sueños, sólo arden sus marcas.
Sólo sufre
en silencio, sólo duele encontrarlas.
Palabras le
sobran, prefiere callarlas.
Le sangran
los labios, hay sangre en sus labios.
No está, no
responde, le sangran los labios.
Las
palabras que calla son sangre en sus labios.
El reloj no
avanza, su angustia no descansa.
Los latidos
no suenan, sus oídos se envenenan.
Y cuanto
más oye, más duele, y más se envenenan.
Le sangran
los ojos, hay sangre en sus ojos.
No mira, no
llora, le sangran los ojos.
Miradas
ausentes son sangre en sus ojos.
Poderosamente
en pie, desgraciadamente dolida,
Inquietantemente
inmóvil, sospechosamente seria,
Lastimosamente
dulce, delicadamente herida.
Le sangran
las venas, hay sangre en sus venas.
No ve, no
se mueve, le sangran las venas.
Son cien
mil excusas, es sangre en sus venas.
Todo se
humedece, se inunda, desborda.
Se siente
flotando, colapsa, se aleja.
Le
extienden la mano,
se seca,
desagua, su cuerpo se escurre
y el agua
que escupe
también es
sangre.
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