martes, 4 de junio de 2013

Claustrofilia

La habitación es pequeña:
1 metro x 1 metro
y de alto un poco más,
sin puertas, sin ventanas
pero, cruel realidad, tiene techo.

Náuseas, jaqueca y mareos
surgen de forma algo violenta.
Porque se va dando cuenta
de que algo comienza a moverse.
Gira el piso…

Como una pantalla
su campo visual cambia de color.
Mira fijo… pero no puede.
Las paredes son rayadas,
y sus náuseas quedan justificadas.
Gira el piso…

Las esquinas se sienten cada vez más cerca
ese metro x 1 metro
se reduce de repente
y el techo, lentamente,
se dirige hacia abajo.
Gira el piso…

Se encandila.
Hay luz, una luz de reflector.
Una luz que hace ruido
y comienza a emanar calor.
Un húmedo y denso calor.
Gira el piso…

Se arrodilla.
El cuerpo se tensa.
Porque ya casi no tiene espacio.
Su garganta se cierra despacio.
Gira el piso…
Gira el piso…

Respira el aire que,
por suerte, no se acaba,
Queda otro aire, un aire ya usado,
ya respirado
No le importa que no sea nuevo,
no es pretenciosa.
Pero a sus pulmones no les gusta.


Gira el piso, está encerrada,
se marea, y cuando se marea no piensa,
cuando gira se olvida.
No recuerda tu partida.
El cerebro descansa
dejándola así… CLAUSTROFÍLICA.

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